¿Cuántas veces recibiste un mensaje reenviado que contiene fotografías o un video de una persona que está siendo violada o humillada? ¿Qué haces con él? ¿Lo transmites o detienes su propagación? ¿Lo reenvías o lo eliminas?
En noviembre de 2010 una niña de 15 años fue drogada y violada por dos chicos de su escuela en Sudáfrica. La violación ocurrió frente a otros alumnos que estaban mirando lo que ocurría y registraron el incidente en sus teléfonos móviles. Nadie trató de detenerlos. Y la violación continúa porque el video se difundió en línea y se transmitió a través de teléfonos móviles. En ese mismo año ocurrió un incidente similar en Canadá, donde las fotografías de una niña de 16 años, que fue drogada y violada en una fiesta rave, se publicaron y distribuyeron a través de sitios de redes sociales, correo electrónico y SMS. Esto sucedió a pesar de los repetidos intentos de la familia de la niña y la policía para detenerlo.
En Malasia las organizaciones que trabajan con sobrevivientes de la violencia doméstica informan que se ha producido un aumento de llamadas de mujeres – especialmente mujeres jóvenes – que se encuentran atrapadas en relaciones violentas porque su esposo o pareja tiene en su poder videoclips o fotografías de ellas. En febrero de 2009 el tema llegó a los titulares nacionales cuando las fotografías privadas de una funcionaria pública muy conocida se enviaron a un diario local. Aunque el periódico no publicó las fotos, posteriormente algunos usuarios particulares las publicaron en internet y las enviaron por teléfono celular.
Estos no son incidentes aislados.
Los avances en las tecnologías de información y comunicación (TIC) como teléfonos móviles con cámara, redes sociales y sitios para compartir fotos, hacen que sea muy fácil documentar y compartir nuestros momentos privados. Esto puede tener un gran potencial para ayudarnos a conectar de manera significativa con la gente que conocemos, como nuestros/as amigos/as o familiares. También nos puede ayudar a dar forma y autodefinir nuestra identidad y las diversas realidades en que vivimos.
Sin embargo, muchos/as de nosotros/as no nos detenemos a pensar acerca del impacto potencial a largo plazo de nuestras acciones cuando grabamos, compartimos y reenviamos información utilizando las TIC.
La cultura de compartir no viene acompañada de una cultura de respeto a nuestro derecho a la privacidad y seguridad. Los novios y las novias rara vez se comprometen y planifican eliminar las fotografías privadas de unos y otras al momento de tomarlas. ¿Qué sucede cuando la relación se rompe y uno/a de los dos decide publicarlas en línea? ¿Y qué hay de la gente que recibe y reenvía las imágenes y videos? Cada vez que ven y reenvían esas imágenes continúan reproduciendo la violencia.
¿Qué significa la difusión de este material para la persona que fue humillada, o cuyo derecho a la privacidad fue gravemente violado? Tiene que vivir sabiendo que lo que le pasó a ella está siendo distribuido, replicado y visto por miles, incluso decenas de miles de personas.
Mucha gente piensa que está bien reenviar este tipo de material. Aducen que el daño ya está hecho y que sólo están haciendo lo mismo que los demás al compartirlo. Pero el acto mismo de reenviar el mensaje es otro acto de violencia.
Tú tienes el poder de detener la propagación. Toma partido. No reenvíes.
Yo no reenvío la violencia. Asume el compromiso
Estoy firmemente en contra de la violencia hacia las mujeres.
NO reenviaré ningún tipo de mensaje, video o fotografía de la violación o humillación de alguien.
NO reenviaré ningún tipo de mensaje, video o fotografía que viole el derecho de otra persona a la intimidad.
NO reenviaré la violencia.
Actua
- Añade tu nombre y ayuda a crear un movimiento cada vez más grande de personas que se comprometen a detener la violencia. Visita www.takebackthetech.net y ponte en movimiento.
- Haz una insignia y ponla donde todo el mundo la vea. Si alguien te pregunta, ¡inicia una conversación!
- Organiza un debate con tu familia y amigos/as, en tu escuela o en línea, incluso en los foros de ¡Dominemos la tecnología! Discutan el tema y aporten ideas sobre cómo detener la transmisión de la violencia.
En forma colectiva, crea una cultura de comunicación que respete la privacidad y rechace la violencia.
¡Toma partido! ¡No reenvíes la violencia!
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