Escribir una carta puede ser una forma muy fuerte de contar una historia. Cando nos sentamos a escribir una carta, nos tomamos un tiempo para pensar sobre nuestra vida y cómo se conecta con la persona a la que le escribimos. Compartimos detalles, sucesos y anécdotas sobre las cosas que nos pasaron, que pueden ser al mismo tiempo poco importantes pero profundamente significativas porque dicen algo sobre un momento atrapado y compartido mediante una historia.
Pensamos en la persona a la que le escribimos, la sostenemos en nuestra mente, le ponemos palabras a lo que significa para nosotras y le ofrecemos nuestra atención, presencia y tiempo. Todo esto cabe en una carta, que puede leerse una y otra vez. Las cartas pueden contener un momento de la historia. Pueden despertar la empatía, invitarnos a la acción o simplemente ser aquello que nos evita caer en la desesperación.
Para la acción de hoy, escríbele a alguien una carta de amor que hable de terminar con la violencia hacia las mujeres. Puede ser una carta de amor a una hija donde le cuentas lo que has aprendido sobre cómo enfrentar la discriminación sexual, o a tu mejor amiga, para recordarle y recodarte que la amistad incluye aceptación y compartir sabiduría, o a alguien que compartió una experiencia en un blog o en nuestro mapa de campaña, haciéndole saber que la escuchas y que juntas se infunden valor, o a tus gobernantes para pedirles que hagan una diferencia, o incluso a una persona extraña
Escríbela, publícala, o déjala a mano en los lugares por donde andes hoy para que otras personas la encuentren.
Haz una copia y compártela con nosotras aquí (correo electrónico, entrada de blog).
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Aquí hay dos textos que nos gustaría compartir con ustedes como nuestra carta de amor a las activistas y otras personas comprometidas con la creación de un mundo libre de violencia hacia las mujeres:
“Aquí estoy sentada, con la cabeza inclinada, escribiéndote una carta íntima. Siento tu presencia, aunque no sé tu nombre. Te imagino una mujer joven, o tal vez un hombre joven, entre los dieciocho y los treinta y cinco años, pero también podrías ser una década mayor, o menor. O quizás ni siquiera hayas nacido aún. Tal vez estoy tratando de hablarme a mí misma más joven. Mientras crecía –un proceso que aún no termina—jamás nadie me dijo verdades fuertes con voz amable. Cuando tenía tu edad, no sabía lo que necesitaba saber para comprender mi vida, ni la vida de nadie. Quizás, al escribirte, es mi deseo corregir eso, reparar."
Continúa leyendo “Cartas a una joven feminista” (en inglés).
“Hace un año tuve una relación sentimental con un hombre. Fue una relación a distancia, no vivíamos cerca. Cuando lo conocí, parecía ser alguien muy liberal a pesar de venir de un trasfondo más bien conservador. Él era todo lo que yo podía pedir. Educado, bien establecido y extrovertido. Para mí la belleza no es lo que se ve, sino lo que está en el corazón de una persona. Por eso no tiene sentido aquí hacer comentarios sobre su aspecto. Sin embargo, la belleza física era lo único que él buscaba en mí cuando lo conocí. Esto, lamentablemente, lo comprendí mucho más tarde."
Continúa leyendo la traducción de “La historia de Donna”, que nos fue enviada como parte de la campaña de este año y que puede leerse como una carta de amor a las mujeres y niñas de todo el mundo que alguna vez sintieron que perdían el control sobre sus cuerpos en el nombre del amor, pero pudieron recuperarlo.
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